martes, 23 de agosto de 2011

Suelto

Hoy fui por mi ropa a la lavandería. Fueron 113 pesos de dos cargas y un kilo. Con un billete pagué cien y saque mi monederito para darle a la empleada que siempre me atiende los trece pesos. Algo sencillo en apariencia. Primero, extraje las dos monedas de a cinco sin ninguna dificultad. Luego, encontré un peso con cincuenta centavos. Así, sostenía en mi mano derecha once pesos con cincuenta centavos mientras con la izquierda agarraba el monederito. Y comenzaron las dificultades. Busqué si había otra moneda de cincuenta, saqué una de a dos pesos que regresé. Luego, encontré otra de a peso, me servía, así que la saqué; pero al tratar de sostener la moneda de cincuenta se me resbaló un poco, pero conseguí acomodarme el cambio en la mano derecha. Ahora, sólo era necesario encontrar otra de cincuenta o regresar la de cincuenta y encontrar una más de a peso; o, en su defecto, volver a meter los primeros uno cincuenta y agarrar otra moneda de a dos pesos. Pero quería deshacerme del máximo de monedas. Fue así, como me aventuré de nueva cuenta en el monederito y por fortuna encontré un peso. Ahora, sólo era necesario regresar de nueva cuenta la moneda de cincuenta centavos al monederito. Con mis dedos, haciendo gala de mi psicomotricidad fina, hice algunos movimientos para acomodar las monedas de a peso de forma que la de cincuenta quedara al frente. Después de un rato, lo logré y me sentí contento. La señorita que me atendía esperaba con paciencia. Ahora era una especie de espectadora de estos malabares diminutos y seguía sosteniendo el billete de a cien pesos que de principio le había entregado. Con la de cincuenta centavos al frente de la hilera de monedas sobre la palma de mi mano derecha, con el índice y pulgar de la izquierda abombé el monederito a fin de que pudiera facilitarme echarla dentro. No podría describir exactamente el movimiento que hice con mis dedos de la mano derecha para agarrar los cincuenta centavos y meterlos al monederito. Debo confesar que en mi primer intento fallé y la moneda de cincuenta quedó atrapada entre el monederito y mi panza. De ahí, nuevamente volví a sujetarla con mis dedos de la mano derecha y entonces sí pude acertar a colocarla dentro del monederito. Acomodé fácilmente los trece pesos en mi mano derecha, guardé con la izquierda el monederito en el bolsillo de mi pantalón y le entregué el dinero a la dependiente que veía este pequeño espectáculo, no sin antes soltarle una pequeña sonrisa nerviosa por mis dificultades y la tardanza en entregárselos. Ella también se sonrío, supongo que aliviada.

lunes, 22 de agosto de 2011

Enrique Vila-Matas y la insoportable legibilidad del ser

Hace una semana compré dos libros de Enrique Vila-Matas: En un lugar solitario, narrativa 1973-1984 y Chet Baker piensa en su arte, relatos selectos. Curioseando en una librería me topé con uno de ellos. Cuando fui a buscarlo a la Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo me dí cuenta que en realidad había dos libros distintos, aunque parecidos en su diseño. Compré ambos. El primero de ellos contiene los primeros escritos de este autor catalán y viene acompañado por un prólogo donde relata cómo comenzó a escribir y publicar. El segundo, como se lee en el subtítulo, es una colección de cuentos publicados entre 1988 y 2010.
   Comencé a leer el prólogo de En un lugar solitario en la sala del Cinemex que está en el WTC, mientras esperaba la hora de que comenzara la película (Midnigth in Paris de Woody Allen). Abandoné la lectura para entrar al cine. Cuando llegué a mi casa, no recuerdo bien por qué, comencé a leer el cuento que da título al libro Chet Baker piensa en su arte( ficción crítca). El cuento tiene sus semejanzas con Bartleby y compañía y con el capítulo II Diccionario del tímido amor a la vida, de la novela El mal de Montano donde Vila-Matas  mezcla el ensayo con la narración de una historia. En este cuento sólo se cuenta, en principio, la historia de un hombre, el narrador, que está escribiendo la misma "ficción" en un cuarto de hotel durante la madrugada. La parte correspondiente a la crítica trata sobre los escritores ilegibles y los legibles y cómo encontrar el equilibrio entre cada uno de ellos. Toma  como ejemplos al Finnegan's wake de James Joyce y, como contraparte La prometida de monsiur Hire de George Simenon. La respuesta al cómo lograr un equilibrio entra estas dos maneras de escribir es el mismo texto en sí. A base de ciertas artimañas de su estilo que usa Vila-Matas y con la ligereza que lo caracteriza va ensayando e inventando historias sobre lo que ensaya, tomando como propios a los personajes de estos autores (Joyce y Simenon), para ponerlos en situaciones un poco absurdas. Nos habla del Dr. Jekill y Mr Hide de Stevenson, del Viaje alrededor de mi cuarto de Xavier de Maistre, y cita a Piglia haciendo un comentario sobre Borges; para luego parafrasearlo o casi repetirlo pero refieriéndose a Stevenson. Y fue en el momento que cita a Pigli sobre Borges en que me cayó un veinte bastante sonoro.
   Había terminado de leer el relato de cien páginas, una noveleta en realidad, maravillado por está dicotomía de lo ilegible y lo legible. Y comprendía que yo también tenía que buscar ese equilibrio entre la estructura y lo no estructurado. En mi vida, he estado más del lado de Joyce que de Simenon. he sido más Hide que Jekill y me estaba dando cuenta de ello. El texto me recordaba en todo momento a El vizconde demediado de Italo Calvino, del cual pienso que es una novela sobre la madurez y a El perseguidor de Julio Cortázar, el cual según yo tenía que ver con la cuestión de la identidad, no en balde el epígrafe dice hazme una máscara y a su manera es una historia de jazz (una de las razones del nombre del ralato de Vila-Matas). Antes de hacer una segunda lectura del cuento y de terminar de leer el prólogo de Un lugar solitario escribí en mi diario esto a partir de mi primera lectura:
  
Soy la bestia de circo que duerme durante el día en su jaula y en la noche sale a dar la función.

- Tú eres López Vergara ¿por qué dices que no eres López vergara si tú eres López Vergara? decía un compañero de la primaria, Pepe Bada, casi todos los días. Quizá acabé siendo ese otro compañero de la escuela que nadie sabe quién es. Fue la primera vez que dudé de ser quién soy, tanta era su insistencia por darme un apellido distinto al mío.

    Yo soy el muerto a palos. estoy recostado en esa especie de plancha. El cuerpo es muy diferente al mío: largo, delgado, fuerte. Tiene su piel la palidez de la muerte. En todo su cuerpo se pueden ver las heridas de los golpes. ¿Pueden cicatrizar las heridas en un hombre muerto? No creo. Pero no soy yo, ese cuerpo es muy diferente al mío. Yo no soy así ni ése muerto soy yo.

Al otro día hice la segunda lectura del relato y volví a entrar en una especie de trance hipnótico y encontré la cita de Piglia. Escribí en mi cuaderno de notas o diario: "Lo que me da el relato de Chet Baker es la fórmula, mejor, el sentido por el cual debo escribir la novela: '(Borges) ha necesitado inventar una forma, un procedimiento, un tipo de ficción, que le permita mantener la tensión. La forma es siempre forma de una relación y Borges inventa  un tipo de escritura, un estilo, y una construcción, que le permiten mantener unidos los polos con sus redes antagónicas y opuestas'. Esta es la forma para abrir la ventana y salir de la jaula". Escribir para estructurarme.

    El prólogo de En un lugar solitario y este cuento Chet Baker piensa en su arte pueden leerse como una unidad, donde bailan juntas la realidad de Vila-Matas con su ficción.De los relatos selectos destaco entre otros, aunque todos son muy buenos: El efecto de un cuento, lo mismo que le sucede al niño de esta historia, me pasó con Chet Baker...; Rosa Schwarzer vuelve a la vida, que bien podría entrar en esa Antología del Cuento triste que hiceran Tito Monterroso y Bárbara Jacobs; El arte de desaparecer y Porque ella no lo pidió, que era el único cuento que había leído con anterioridad y que ya da cuenta de esta mezcla de géneros que divierte tanto a Vila-Matas.
    Ignoraba quién era Chet Baker, así que lo googlé y fue una muy grata sorpresa escuhar a este trompetista de jazz, un regalo extra.
Esta es la página oficial de Enrique Vila- Matas.http://www.enriquevilamatas.com/obra/l_enunlugarsolitario.html