Viraje todo a la
derecha y avante de frente al peligro. No puede ser de otra manera. O te rindes
y permaneces uno de los de aquí, o pasas allá. Atención. Que nadie se apoque.
Las manos sobre el timón. Atención. Coraje. Llegó el tiempo de verificarse.
Avante. Avante despacio hacia lo no turbio, lo ineludible, lo desnudo, lo
claro, lo comprensible en sí mismo, lo inalterable. Odiseas Elytis
Siempre
me preguntan que de dónde soy, que si no soy de aquí. Los taxistas, los amigos
que recién conozco en una fiesta. Que si soy cubano, chileno, hondureño,
italiano…
Yo no soy de ninguna parte. Soy de
Ningúnlado.
Voy
a desaparecer por una semana ¿A desparecer? No. Voy a estar donde nadie me
conozca. Confundido entre la extrañeza, expedicionario de mis propias ruinas.
Fuera de aquí, tal es mi meta.
Todos esos escritores (Cioran, Pizarnik,
Kafka, Vila-Matas, Gombrowicz) escriben de su fuera de aquí. Este aquí es
donde no cupieron, donde se les impidió estar. Fuera de aquí es el rincón (Infancia: En el rincón oscuro de lo obscuro, mi niñez).
Pero fuera de aquí (sin las cursivas), ahora no es el rincón sino reverso que
es su anverso. Este fuera de aquí no es el mismo lugar a donde aún pertenece el
rincón. Es fuera de aquí donde las cosas siguen otro curso distinto.
Excéntrico.
Fuera de aquí (otra vez en cursivas) no era mi respuesta, cuando a los quince o diez
y seis años salía de la casa y mi mamá me preguntaba ¿a dónde vas? Yo respondía: a
Ningúnlado. Ése era el lugar.
Al
regresar y toparme con mi papá, no respondía a su pregunta ¿dónde fuiste?
-
A Ningúnlado. Estuve
por ahí.
Ningúnlado
era el fuera de aquí. Lugares
similares. Estoy sentado frente al espejo, devuelta en ese fuera de aquí (exilio). Ningúnlado era no estar en casa, era irse a
dónde sea. Caminatas por el centro. Por el bulevar. Por los mercados. Al cine
Veracruz, en lugar de ir al instituto de inglés. ¿Para qué viajar tan lejos?
Para estar fuera de aquí (en constante
migración) basta cerrar la puerta de mi departamento, poner algún disco.
Sentarme a leer y escribir. Algunos lugares de la escritura se llaman
Ningúnlado y Fueradeaquí. Donde puedo
pernoctar. Es siempre otro lado, otro y otro sin llegar nunca en realidad, un
lugar donde no se está. En el trámite, en el tránsito del proceso al castillo.
Voy a estar conmigo lejos. El movimiento es
en realidad algo que estoy haciendo en el interior. Y que tengo que mostrármelo
fuera. Tengo que hacer real el movimiento de irme. Para verlo. Para ver que
puedo levantarme de la silla (como no puede hacerlo el personaje de Bruno
Schulz). Este no es un viaje ni hago turismo. Es más sencillo, es levantarme de
la silla porque entre el orden (el
control) y el caos está el placer. Es lo que existe fuera de aquí, el placer. Una expedición hacia el placer. Fuera de aquí. Llevarme al niño y
dejarlo en Ningúnlado. Aquí es esa casa enorme, vacía donde
estuvo hasta hoy en la madrugada cuando tomé el taxi. Salir de ese aquí. De esto que he sido. Voy hacia el
placer, a otro lado que no sea fuera de aquí
sino fuera de aquí (sin las cursivas). Parece ingenuo, pero hasta este momento
comprendí por qué se les llama viajes de placer. Estaba tan lejos que no veía
el otro lado.
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