lunes, 12 de septiembre de 2011

¡A bailar con el bomboro Quignard Quignard!

Butes de Pascal Quignard

Hace muchos años, así comienzan las historias infantiles, no sé si esta la sea, no creo en verdad. Pero hace varios años en Veracruz, fui a ver Todas las mañanas del mundo una película de Alain Croneau, con Gerad Depardiu  como Sainte Colombe, un compositor e intérprete de la viola de gamba francés, el autor de la novela en que se basaba el guión de la película era Pascal Quignard (aparece su crédito como co-guionista). Pero no lo registré, lo que recuerdo es que la mujer con quien vivía en ese momento y yo salíamos fascinados del cine: la música era bellísima. Recientemente, mi amiga Marisol me hablaba del mismo autor Pascal Quignard: leí Las sombras errantes que no me entusiasmo mucho, para ser una novela era muy poca narrativa y quizá una mezcla entre el ensayo y la poesía. Ahora pienso que quizá deba releerla. Después leí El lector, que si bien había una parte del libro que me interesaba, encontraba muy vago el tema en general. Había leído citas de él en algunos artículos periodísticos de su libro El sexo y el espanto y mi amiga Marisol me habla también de él, así que decidí leerlo. Al contrario de los otros dos éste último es un ensayo que como indica el título me espantó. Hice muchos subrayados y comentarios al margen de sus páginas. Hasta ahora no he escrito nada sobre él, seguro en su momento lo haré, después de que se me quite el miedo.
    Pero comento todo esto porque el viernes pasado me pagaron mi quincena y como acostumbro me fui a comprar algunos libros. Había visto Butes (editado por Sexto Piso) la semana anterior en la mesa de novedades del Péndulo. En la contraportada había leído que trataba sobre el mito de las sirenas: Ulyses, Orfeo y este hombre marginal de la historia de los argonautas Butes. Hace tiempo que colecciono sirenas y tengo algunos libros, como el de Meli Lao que abarcan el tema, y un ensayo escrito que publiqué en la revista Tierra adentro Veracruz: jardín de sirenas. Así que fui a comprarlo entusiasmado.
   El libros está dividido en diez y siete capítulos y cada capítulo lleva el nombre del autor al que hace referencia, un personaje que le sirve de ejemplo o el tema que trata: Apolonio, Egeo, Historia de Grecia, Antaño son algunos de ellos. Pascal Quignard hace un desglose de sus lecturas de los libros clásicos, nos cuenta lo que leyó de una forma clara y sencilla para luego hacer sus comentarios, especie de aforismos, aunque no tan breves para que sean máximas. Por eso, lo pondría de lado de los libros de Barthes, pero sobre todo de Cioran (porque el lenguaje de Quignard es sumamente poético), quizá se asemeje a alguno de Edmond Jabès. Un libro de ensayo entre el poema y la narración, casi sin narración.
   La pregunta que está atrás del libro o subyace en el texto es parecida a la que hace Shakespeare ¿ser o no ser? Que en estas páginas leo en su variante ¿Saltar o no saltar? Quignard hace una comparación entre la figura de Ulyses y Butes. Mientras lo leía, estuve acordándome de El libro por venir de Maurice Blachot, en el postfacio lo comentan, pero no dicen que en el ensayo “El canto de las sirenas” Blanchot hace una comparación semejante pero entre Ulyses y el capitán Ahab de la novela Moby Dick, otro libro que no parece lo que es, de Herman Melville:
   “Entre Acab y Ulises, el que tiene la máxima voluntad de poder no es el más desencadenado. En Ulises hay esa obstinación reflexiva que conduce al imperio universal; su astucia es hacer como que se limita su poder, buscar fríamente y de forma calculada lo que todavía puede frente al otro poder. Lo será todo si mantiene un límite así como ese intervalo entre lo real e imaginario que precisamente el Canto de las Sirenas le invita a recorrer. El resultado es una especie de victoria para él, un oscuro desastre para Acab. No se puede negar que Ulises haya oído lo que Acab ha visto, pero se mantuvo firme en el corazón de esa escucha, mientras que Acab se perdió en la imagen. Esto quiere decir que uno se negó a la metamorfosis en la que el otro penetró y desapareció. Tras la prueba, Ulises se encuentra tal y como era, y el mundo se encuentra quizá más pobre, pero más firme y más seguro. Acab no se encuentra y, para el propio Melville, el mundo amenaza constantemente con hundirse en ese espacio sin mundo hacia el cual lo atrae la fascinación de una sola imagen.”     
   Lo que Blanchot refiere al capitán Ahab Quignard lo dice de distinta forma de Butes. Butes es quien, al escuchar la música extraña de la sirenas, se para a bailar y salta del navío (Hart Crane también saltó del Orizaba en el Golfo de México partiendo de Veracruz y luego de una fiebre que le dio ahí). Ulises es la prudencia y Butes su contrario lo imprudente. Ulises, siguiendo ese cuento de Vila- Matas (Chet Baker piensa en su arte), es lo legible y Butes le ilegible. Ulises es el analizado y Butes el que vive en la inconsciencia. Pascal Quignard parece defender en su texto esta parte romántica de arriesgarse y zambullirse, porque lo natural es responder al instinto, aunque vaya en ello la vida; pero avisa, afortunadamente, que esto no conduce a ningún lado. 
   En el postfacio, escrito por Carmen Prado y Miguel Morey “Las voces del agua” (el mismo título que el libro sobre las sirenas de Félix Báez –Jorge), hacen sus autores esta pregunta ¿podría decirse que todo lo que acabamos de leer no es sino una explicación de por qué Butes saltó? Yo respondería que no. En el último capítulo titulado Aristóteles se lee: “Aristóteles escribió la psyqué –en latín el anima, en francés el aliento [soufflé]- es como una tablilla en la que el sufrimiento se escribe. La música viene a leer allí. He deseado destacar solamente este punto: sólo la música viene a leer allí”; En esta última parte del libro Pascal Quignard cuenta de sus dos pasiones personales: la música: “No he llevado la vida de músico como habría debido…”   y el amor “la joven alemana que me llevaba por las calles de Verneuil a lo largo de las murallas de los normándos y de los terrenos anegados del Iton.” Dos pérdidas. Pascal Quignard escribe todo un libro sobre Butes, ese argonauta que siguiendo sus deseos más primitivos se para y salta del navío para escuchar el canto prometido de las sirenas, para decirnos que él amó a una mujer y la perdió y que no es músico sino este escritor y: “Escribiendo no había cumplido mi destino.” Vaya.
   Sin lugar a dudas, es un libro sobre la perdida y el duelo que hay que vivir. También es un libro que habla sobre la música, la de Schubert, el baile ( la música se hizo para bailarla), el psicoanálisis, la estabilidad y las posibilidades de cada quien en la vida. Sobre todo es un libro sobre saber elegir o sobre la astucia para engañar al oponente. Una vez más, esa batalla entre Apolo y Dionisos, y entre la realidad y el deseo.
Franz Schubert piano sonata D 960, (primera parte)

3 comentarios:

  1. ¡A saltar del navío! Conforme a lo hablado esta mañana, buscaré el libro, ya tengo ganas, ya estoy emocionada. Si lo encuentro antes de mi partida, mejor ¡ya lo quiero!

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  2. Yo tengo un Góngora quiñá quiñá. Muy barroco. Tú dices Quignard, Quignard.
    El GONGORA.
    Tu compadre

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