jueves, 24 de abril de 2014

Jazz Palabra, un espectáculo de Juan José Gurrola



Jazz Palabra de Juan José Gurrola, dirección de Edwarda Gurrola 

 Acababa de leer en el París Review una entrevista con James Fenton un poeta inglés, critico de teatro, libretista de ópera, reportero de guerra en oriente y profesor de poesía en Oxford; en la cual, entre otras cosas, señala la importancia de la lectura en voz alta de los poemas. Apunta que en el siglo XX se privilegió la poesía escrita para el papel y no para ser presentada en público. A las personas les gusta escuchar poesía escrita con la idea de ser performanceada…  La poesía comienza cuando la voz se alza, ha escrito. Acababa de leer esta entrevista, decía, cuando vi que se anunciaba Jazz palabra, un espectáculo de Juan José Gurrola en Casa de Lago de la UNAM en donde se había presentado hace ¡51 años! Esta nueva puesta en escena corre a cargo de su hija Edwarda quien basa su dirección en los viejos archivos del mismo Gurrola. En  el mismo lugar, hay una exposición titulada Las leyes de la hospitalidad con fotografías, esculturas, instalación y dibujos de este genio cobijado en ese entonces por su amigo el escritor veracruzano y director de la Casa de Lago durante los años 60, Juan Vicente Melo (autor de una de las novelas capitales de la literatura mexicana La obediencia nocturna). 
Escena de la puesta original
   En esta nueva puesta en escena se presentan poemas de Octavio Paz, E.E. Cummings, Francisco Quevedo, Malcolm Lowry, Jack Kerouac, Frank O´hara y Vachel Lindsay. Algunos de los textos son leídos en inglés, aunque en el programa se marque la traducción hecha por Paz, Monsiváis, Jaime García Terrés y Ernesto Cardenal. La escenografía consta de cubos que se apilan de un lado y otro del escenario, cada cara lleva diferente colores: negro, blanco, y rojo, además de una cara con diagonales blancas y negras. Hay una pantalla donde aparece en principio un dibujo de Gurrola: es un sillón con unos piernas y pies, que podría decir muy chabacanos, el cuadro que está dentro de la exposición de marras se llama Untitle, homenaje a Juan Vicente Melo. Pero el uso de la panatalla (todo en blanco y negro) es a veces de escenario, a veces como video, a veces reproduce lo que en vivo está pasando en la sala de
Untitle. Homenaje a Juan Vicente Melo de Juan José Gurrola
junto que no vemos (los actores, bailan, tocan el piano y cantan). El vestuario es sobrio pantalones negros, camisa de blanca con corbata y tirantes, nada más. La música comienza siendo incidental, ruidos, sonidos aleatorios se va yendo hacia el lado del jazz. No se narra una historia, el tema que une todo es el jazz y la poesía. A pesar de ser mínimos los elementos, se vuelve algo barroco y, sin embargo, el tiempo está muy bien llevado, pues es un espectáculo muy ágil como si se estuviera en un bar neoyorkino con un trago de whisky en la mano. Los poemas elegidos para ser presentados no son complicados, como dice Fenton:  Si escribes una canción tienes que hacerla comprensible de verdad.
Cuando escribes un poema tu mirada puede ir y regresar en el texto  Puedes observar al lector hacerlo. Pero tú no vas a ver todo en una canción. Vas escucharlo en series y no puedes saltar de regreso. Así que tienes que tener un buen grado de comprensión. A tal punto, que si el tema es misterioso tienes que saber dónde está ese misterio. Lo otro a lo que le tienes que poner mucha atención, de cualquier forma es bueno que se ponga atención en esto al escribir canciones, , es que no escribas sin intención palabras o frases que puedan causar que se atore la lengua. Y puedes distinguir cuándo la gente no ha hecho eso porque es difícil para el compositor ponerlo. Si vas a llevar al poema en la dirección de la música debes de ser amable con el cantante. Y no es que precisamente se canten estos poemas, pero se presentan como si fueran piezas musicales de una especie de cabaret, diez canciones de jazz en total, esto que hacían los beatniks en sus lecturas.
   El espectáculo comienza con un collage sonoro donde se pueden escuchar las voces  de Gurrola, Melo y demás actores Enrique Rocha, Sally de Swan, Tina French y Jayne Arellano quienes participaron en la primera puesta. En el video se ve lo que sucede en la otra sala. Vemos cuatro personajes con cubos en la cabeza sentados en un sillón y van saliendo de cámara para salir a escena por la puerta que separa una pieza de otra. Uno de ellos es uno de los músicos. Los primeros dos poemas son de Octavio Paz, en realidad el primero es el fragmento final de Cántaro Roto: hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba, más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautizmo…porque la luz canta con un rumor de agua, con un rumor de follaje canta el agua… me pareció la parte más complicada de todo el espectáculo, quizá que fuese el principio ayudó a que el público estuviera fresco y no lo resintiera. Luego, comenzaron con los versos de Movimiento  los actores se desenvolvían escénicamente de una lado a otro de la sala mientras pronuciaban cada uno uan verso del poema Si tú eres la yegua de ambar/ yo soy el camino de sangre…Si tú eres la marea matutina,/ yo soy el grito del primer pájaro…aunque a uno de los actores olvidó como terminaba el verso Si tú eres la ciudad profanada, pero su compañera no lo dejó caer al seguir con el verso siguiente  yo soy la lluvia de consagración. Es posible que haya sido el único trastabilleo…siguieron con un poema de e.e. cummings que es bastante conocido y que permite el diálogo entre dos personas, los amantes: Allá el sol el hermoso/ sol con un firme día dentro/ tú te irás (bésame/
Abajo en tu memoria y / una memoria y memoria/  yo) bésame (me iré). 
   A continuación siguieron dos poemas que su interpretación será inolvidable: el famoso soneto de Quevedo Amor constante más allá de la muerte, que ya vimos como desestructuraban visualmente en Poesía en voz alta.14 y que aquí vuelven a agarrar de su puerquito, pues lo volvieron una especie de canción ranchera, en el que uno logra imaginar a un payo subido en su caballo mientras se van diciendo los versos o subiendo los frágiles cubos del escenario y desde ahí saltar para finalizar el poema polvo será más polvo enamorado… el público no sabía bien si reírse o no, pero terminó entendiendo que quien no se ríe con el poema no sabe lo que es el poema. Para después, seguir con un vértigo impresionante con el poema Reversible de Octavio Paz (que no aparece en el programa de mano):
Reversible

A Alberto Gironella

En el espacio
estoy
dentro de mí
el espacio
fuera de mí
el espacio
en ningún lado
estoy
fuera de mí
en el espacio
dentro
está el espacio
fuera de sí
            en ningún lado
estoy
            en el espacio
etcétera

   En donde todo gira, los actores hacen girar los cubos, en los videos se muestran una serie de espirales hipnóticas, que se reproducen, los cuerpos giran, y giran una y otra vez las palabras al repetirse, en algo que semejaba una infinito hasta el etcétera del último verso que cobra un sentido que no tenía en el texto escrito. Y las palabras de Fenton vuelve a resonar en mi cabeza: Un aria en una ópera  se forma con un número breve de palabras y se alarga con las variaciones y repeticiones de esas mismas palabras. En eso consiste su belleza. No atacas a la inteligencia de quien escucha porque si no lo escuchaste la primera vez lo comprendes en la siguiente ocasión que se repita.  Siempre he pensado que una ópera de Handel es como estar en un carrusel o banda giratoria: ay, ahí iba mi maleta… oh, aquí viene otra vez…
   Para Delirio en Veracruz  de Malcolm Lowry (y aquí no puedo evitar ver sino un guiño que me hace Juan Vicente Melo) la música es una especie de blues tipo película wenstern:  el personaje del poema se bate a duelo con él mismo frente al espejo. Los tragos de tequila han hecho su efecto y se habla con despecho a él mismo:
¿Adonde ha ido la ternura?
                                            le preguntó al espejo
del Hotel Biltmore, cuarto 216.
                                                    ¿Qué tan probable
sería que la imagen de la propia ternura
en este mismo espejo preguntara también
sobre mi paradero, y en cuál horror camino?
¿Es ella la que miro medrosa contemplarme
detrás de tu barrera
tan frágil y vencida?
                               La ternura
estuvo aquí, en este cuarto, este
lugar, su forma vista, sus gritos escuchados
por ti.
            ¿Qué confusión advierto? ¿Soy acaso
la imagen cruel que se te superpone?
¿O es ésta el espectro
                                    del amor que solías reflejar,
ahora con un fondo de tequila,
colillas, cuellos sucios,
perborato de sodio, y una página
emborronada para los difuntos,
y el teléfono sordo, descolgado?
Rabioso, destrozó
                               todos los vidrios de la pieza.
(Calcularon los daños en 50 dólares.)

  A continuación tenemos toda la poesía jazzeada de lo aquellos años cincuenta, sesenta con el poema de Jack Kerouac, Charlie Parker (en la pantalla se muestra al músico con su sax mientras se escucha una pieza suya con la que juega el dj):  

Charlie Parker perdóname.
Perdóname por no responder ante tus ojos.
Por no haber hecho una demostración
de lo que eres capaz de inventar.
Charlie Parker ruega por mí.
Ruega por mí y por todos.

Jazz Palabra con Ariane Pellicer, fernando Álvarez y Christpher Friessen.
   Todo el poema lo pensaba muy cortazariano, pero creo que fueron los poetas y los escritores quienes encumbraron al jazz al estado de arte endiosado que hoy tiene. Su apreciación y deleite de estos monstruos como Parker son los que los mantienen muy vivos, o como Billy Hollyday, a quien dedica Fran O´hara su poema La muerte de Lady day el cual Arianne Pellicer interpreta de forma excelente, pues nos hace sentir en las calles de Nueva York caminando entre el glamour y la sofistificación del viejo Soho, y luego la frialdad al leer en el New York Post la noticia de la muerte de la cantante.
   Ya para terminar se canta el poema de Vachel Lindsay El jazz de Daniel que es toda una canción con sus indicaciones pertinentes del ritmo que debe de llevar como lo hace en uno de sus poemas emblemáticos The Congo (el cual se puede ver una interpretación en la película de La sociedad de los poetas muertos en la parte final de la secuencia de la cueva) y muy parecido a las anotaciones de Satie. Pero en este caso son indicaciones reales, no tanto poéticas, para ser interpretado el poema como una canción. Y que es un muy buen ejemplo de lo que nos dice Fenton, en cuanto a que hay que pensar escribir el poema con la idea de hacerlo una pieza musical.
   Como dicen, el público salió muy complacido. Y creo que fue un éxito rotundo, que aunque haya sido llevada a escena hace cincuenta años sigue siendo totalmente actual. Una labor, no de un solo poeta, sino de una gran compañía. Pues como se menciona en la cita de Carlos Monsiváis del programa: Asumir el hecho categórico de que jazz puede ser libremente poesía y enfatizar la riqueza musical de la palabra, tal es el propósito esencial de presente experimento. No creo que sea experimento y definitivamente el propósito se cumple de forma rotunda.


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